martes, 21 de julio de 2009

Unos que vienen, otros que van y los de siempre se quedaran

Esta es la historia que nadie quiere pensar, esta es la historia que nadie podía esperar... Cuando el sol caía y las planetas nos sonreían y tu creías que su futuro contigo seguiría. Pero no era más cierto que la propia mentira de la verdad, esa verdad que nunca se cuenta o que solo se hace a medias y no solo dejando de decir la verdad sino llegando a la propia falsedad del engaño.
Cuando sientes que te devoran por los pies las insufribles pesadillas que te atormentan día y noche queriendo escapar de ellas a cualquier precio sin para un momento a pensar que podría ser de este mundo sin tu complicidad.
El sol siempre sale por el mismo punto pero el día no dura lo mismo para todos.
¿Que pasaría si tropiezo y caigo? ¿Surgirán las manos que me ayuden a levantarme?
¿O quizás sea tan estúpido de no aceptar la mano amiga que intenta levantarme creyendo que puedo yo solo y así solo conseguir caerme en repetidas ocasiones?

Esta es la historia que nadie quiere pensar, esta es la historia que nadie podía imaginar... Su pasión se esfumaba, su tensión aumentaba,...

¿Quién dice que las fábulas no se cumplen en la vida real? Esta es la fábula de la cigarra y la hormiga... Unos trabajan recogiendo lo que pueden albergando algo para años venideros mientras otros solo gastan lo que tienen sin guardar nada para el día de mañana y sin recoger las ayudas ofrecidas creyéndose totalmente auto suficiente solo por estar un poco por encima de la media, pero parece ser que no conocen el significado de la palabra efímero y da la casualidad de que el dinero es lo más efímero que puede existir. ¿Pero de qué nos vamos a sorprender a estas alturas de la película, si el clímax se pasó hace varias escenas ya?...

Hasta siempre C.B.A.

martes, 7 de julio de 2009

“Las soledades del muro” de Marcos Ana

"Su herida golpead de vez en cuando;
no dejadla jamás que cicatrice.
Que arroje sangre fresca su dolor
y eterno viva en su raíz el llanto.
Si se arranca a volar, gritadle a voces
su culpa: ¡que recuerde!
Si en su palabra crecen flores, nuevamente,
arrojad pellas de barro oscuro al rostro,
pisad su savia roja.
Talad, talad, que no descuelle el corazón
de música oprimida.
Si hay un hombre que tiene
el corazón de viento,
llenádselo de piedras
y hundidle la rodilla sobre el pecho
(pero hay que tajar noche
-tajos de luz- para llegar al Alba
y acuchillar los muros de las heridas altas
y ametrallar las sombras con la vida
en las mandos sin paz amartilladas)."